Vivía en el bosque un erizo tan lleno de púas que ningún animal se atrevía a atacarle. Se paseaba tranquilamente, sin importarle si aparecía la serpiente o el león, nadie podía contra él.
Sus amigos le envidiaban, porque ellos siempre debían huir cuando aparecían estas fieras. Don Erizo era muy generoso; se llevaba bien con todo el mundo y no le importaba en lo más mínimo regalar sus púas a quien se las pidiese. La última púa que le quedaba se la dio al ratón.
En esto llegó la serpiente. Al ver al erizo sin púas, se dispuso a comérselo. Este acostado panza arriba, al sol, no se inmutó.
- Cada cual debe aceptar su destino con una sonrisa – acostumbraba a decir a sus conocidos. Era consecuentes con sus ideas. Cuando la serpiente se acercaba, todos los animales que habían obtenido alguna púa del erizo, se abalanzaron sobre la serpiente y lo defendieron. El erizo agradeció a sus valientes amigos sus gestos.
ACTIVIDAD
¿Por qué se puede decir que don Erizo era generoso?
¿Por qué los demás animales lo defendieron?